domingo, 3 de marzo de 2013

Les Revenants




De las pocas series que voy a conservar en mi disco duro es Les Revenants. Nada que ver con el efectismo norteamericano de J.J.Abrhams, ni con pretensiones de mundo totalizado al detalle de la fantasía anglosajona. Una historia, poética y misteriosa, que no intenta dar cuenta del porqué, sino que sugiere el dolor, el reencuentro y la pérdida. Se excede, por su formato, en el uso de dispositivos para enganchar al espectador... pero no hasta hacerla incoherente y meramente episódica, como ocurre con la mayor parte del resto de los seriales. Ocho capítulos que habría resumido en cuatro, un ritmo narrativo demasiado pausado en ocasiones. Algunos motivos y subtramas de personajes alargados para encajar en la duración. Conflictos entre personajes tópicos, pero bien llevados: el hijo pródigo, Caín y Abel, héroe de pasado turbio, y niño satánico. En ninguno de estos aspectos es rompedora ni plantea nada nuevo al espectador, pero está bien lograda y más allá de las tramas tópicas y los conflictos de siempre, se esconde algo que se muestra y excede la totalidad de la obra: el orden natural de las cosas se ve invertido, diluido, hasta llegar a esa noche final donde se confunden vivos y muertos (y todos los gatos son pardos): Identidad, originariedad, vida y muerte se encuentran denconstruidas en esta sucesión de hermosos videoclips. Las referencias son claras: el Lynch de Twin Peaks y Carretera Perdida, El Amanecer de los muertos de Romero, el William Wilson de Poe y algún que otro guiño al vampirismo de Anne Rice. Deja esa sensación onírica de los relatos de E. T. A. Hoffmann, donde uno encuentra en la cercanía que ha establecido con los personajes lo inhóspito, lo que no se deja aprehender jamás y se nos muestra como extraño. Otra de sus virtudes consiste en no cerrarse en un género al uso: ¿zombis, vampiros, aparecidos? Nada de eso, y algo de todos ellos, pero sólo ese algo en común que tiene lo que no se deja conceptualizar y se encuentra más allá de los lindes de la definición, en el entre de la oposición. Curioso sesgo ontológico el de esta serie que, como otras pocas obras audio-visuales, ya hemos calificado en algún momento de "terror-ontológico".