martes, 8 de marzo de 2016

Kairós y parousía: un breve comentario crítico a la interpretación de Kerkhoff sobre el Er-eignis.



Se trata de un comentario crítico al capítulo 16: "Kairogonía del Evento", pp. 300-320, en Kairós: exploraciones ocasionales en torno al tiempo y al destiempo de Kerkhoff, M. San Juan de Puerto Rico: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1997.

Kairós en sentido cristiano significa, en San Pablo, el instante de la vivencia previa de la parousía (la venida) del salvador al final de los días, la segunda venida de Cristo, esto es: se entiende el Kairós como la presencia escatológica (en el fin del tiempo, Eschaton) del mesías en el ahora, en el instante. Se trata de un existir-esperando-el-fin-del-mundo. En Ser y Tiempo este Kairós se seculariza en la temporalidad, la existencia (digamos humana, aunque no tiene por qué), que pre-vive, pre-siente, la muerte: la estructura ontológica fundamental que Heidegger llama "ser para la muerte" (Sein zum Tode). Esa pre-muerte en la que vivimos hace posible las decisiones "auténticas" en nuestro proyectarnos como existencias. Hay una resolución, un empuñar la existencia misma, en la elección de nuestro proyecto vital que necesita, por supuesto, de una cierta frónesis aristotélica, de la prudencia como virtud fundamental de la práxis humana, que no tiene regla previa, que no puede ser enseñada y que, sin embargo, faculta a ciertos afortunados a actuar en el momento/instante adecuado, segunda acepción de la palabra griega Kairós, anterior a la cristiana. Pero qué ocurre en el concepto de evento/acontecimiento de Heidegger tras las dos Guerras Mundiales, ¿sigue siendo kairológica?
El Sprung, el “salto hacia el otro comienzo”. Otro comienzo fuera del tiempo del reloj o tiempo impropio y vulgar; salto hacia el tiempo del evento o acontecimiento propicio (Er-eignis). ¿Qué tiempo es ese en el que comienza la totalidad de las cosas de otra manera? ¿Cómo es otra manera? ¿En qué sentido es propicio? ¿Para quién o qué lo es? ¿Es propicio porque se da en el momento adecuado? ¿Es un Kairós como el de la ética de Aristóteles? Hay interpretaciones, como las que Kerkhoff ha traído a colación, que proponen el evento de las Contribuciones como algo no-kairológico sino para-kairológico, ya que no se está hablando de un acontecimiento del tiempo justo, sino de una monomanía, una patología de Heidegger por insistir en el ser del instante condensado, lo "simultemporáneo" (Das Gleich-Zeitige); esto es así ya que, dado el carácter temporal del ser, éste esencia fácticamente, en el instante, como apertura y salto hacia el comienzo de una otra totalidad, como "la finitud agudizada en el ser mismo", como un "empuje de la facticidad" en un para-tiempo, un para-kairós más allá de la clepsidra pero, inevitablemente, siempre plegada a ella. Un pliegue que, sólo asintóticamente, puede tener lugar, momento, evento-propicio, de manera que el ser se haga auto-transparente a sí mismo (¿Hegel?). Puede que el Kairós de las Contribuciones no sea ni el cristiano de la parousía ni el griego de la frónesis. Ambos kairoi son, desde la perspectiva del evento/acontecimiento de las Contribuciones e, incluso, desde Ser y Tiempo, meros tiempos de reloj: más Chronos que Kairós.
¿No hay en esta interpretación de Kerkhoff cierta contaminación hegeliana? ¿De verdad Heidegger piensa la manifestación temporal del ser, sus figuras de la verdad, de manera asintótica? Como si de una superación (Aufhebung) de figuras anteriores, que ocultan su esencia, se tratara; como si en el Kairós entendido como eternidad, el ser se desvelase a sí mismo en su esenciada pureza, se hiciera “auto-transparente”. ¿En eso consiste el otro comienzo? Ya Heidegger en Identidad y Diferencia, nos expone las divergencias entre la concepción hegeliana del pensar la tradición y el paso atrás (Schritt züruck):
“Para nosotros, la norma para el diálogo con la tradición histórica es la misma, en la medida en que se trata de penetrar en la fuerza del pensar anterior. Sólo que nosotros no buscamos la fuerza en lo ya pensado, sino en un impensado del que lo pensado recibe su espacio esencial. (…) La medida de lo impensado no conduce a integrar lo pensado con anterioridad dentro de un desarrollo y una sistematización todavía más altos y que lo superan, sino que exige la puesta en libertad del pensar transmitido…)”[1]

¿Y cuál es ese impensado? Pues precisamente la Differenz, la diferencia ontológica que sirve como motor histórico en el juego de ocultación y des-ocultación, de velamiento y des-velamiento óntico-ontológico. La fuerza aún no pensada en la tradición se da, precisamente en ese olvido de la diferencia entre ser y ente. Siempre el ser acaece como velado por la verdad histórica que posibilita  la metafísica, la cual presupone el olvido del olvido del ser. La “torsión” Heideggeriana en un Kairós de otro comienzo, post-metafísico, supone que este olvido no siga siendo olvidado, como así ha sido hasta ahora en la metafísica occidental; sin embargo, esto no quiere decir, como hemos creído interpretar en las palabras de Kerkhoff, que haya jamás olvido, que el ser se manifieste transparentemente sin ocultación alguna, en una parouisía total y absoluta que, por ende, posibilite un pensar de lo absoluto, tal que en Hegel. El problema de la metafísica es el olvido del olvido del ser, pero no el olvido mismo del ser ya que éste acaece siempre en el modo de la a-létheia, como des-ocultación. No es posible una manifestación total del sentido del ser en su “auto-transparencia”. Olvido y ocultación son el modo en que el ser esencian históricamente. No hay una verdad originaria y pura del ser previa a la a-létheia que pugne por manifestarse en otro comienzo, donde el instante eterno que es el kairós y el tiempo de reloj se plieguen asintótica y escatológicamente. No se trata de una verdad pura fuera del tiempo del reloj y la ocultación que sólo podría alcanzarse, dado su carácter asintótico,  en la eternidad del instante. Más bien la verdad post-metafísica es  el proceso de devenir verdad en el diferir mismo, anterior al ser y al pensar, en un evento o acaecimiento apropiador que, sin duda, involucra tanto al tiempo de reloj como al tiempo como kairós: la época en la que se supere la metafísica supone y necesita de un paso más allá de la era, que puede ser contada con el reloj, de la técnica y la cibernética en la que ya, lo ente deja de ser ente, para devenir una pos-metafísica existencia en stock a punto de desbordarse en explosión atómica, catástrofe escatológica, fin de mundo tal y como lo conocemos
En nuestra opinión, la parousía escatológica cambia del pensar del primer al segundo Heidegger en que ya no se trata de la pre-vivencia anticipatoria de la muerte en cada caso del individuo que se proyecta, sino de la anticipación de la catástrofe atómica, política, ontológica en la que el ser acaezca desbordado y desatado, y se vierta terrorífico (Grimm) sobre lo hombres, para imperar, resaltar sobre su humanidad misma. El otro comienzo, que supone la torsión hacia una mutua apropiación entre ser y pensar (hombre), va encauzado por las vías de la técnica y, como tal, de las consecuencias del abuso técnico entendido como imposición del ser humano y su dominio sobre el ser. La redefinición de la esencia de lo humano pasa, según hemos creído entender en ciertos pasajes de Identidad y Diferencia y en los Cuadernos Negros, por la catástrofe escatológica, en un momento mensurable por el tiempo humano del reloj; al menos, como una de las opciones de la mencionada “torsión” hacia el ser.

Como conclusión:
1.      No es posible la manifestación auto-transparente del ser en el pensamiento de Heidegger, eso más bien corresponde a un sistema metafísico Hegeliano.
2.      El pliegue entre ser y tiempo (humano) no es asintótico dado que, además, no hay una verdad pura del ser que subyazca pura a la temporalidad histórica.
3.      El salto fuera de la concepción metafísica de la historia que propicia otro comienzo del sentido de la totalidad de lo ente necesita de un acontecimiento histórico, fáctico, del tiempo cronológico, de reloj; no está sólo asintóticamente pensado en otro tiempo, el kairológico, divergente del cronológico. Kairós y Chronos pueden plegarse en la manifestación sublime del la naturaleza/phúsis/brote/emergencia desatada y sobreabundante del ser.


[1] Heidegger, M. Identität und Differenz. (Identidad y Diferencia, ed. y tr. De H. Cortés y A. Leyte, Madrid: Anthropos, 1990, p. 111. )