Se trata de un comentario crítico al capítulo 16: "Kairogonía del Evento", pp. 300-320, en Kairós: exploraciones ocasionales en torno al tiempo y al destiempo de Kerkhoff, M. San Juan de Puerto Rico: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1997.
Kairós en
sentido cristiano significa, en San Pablo, el instante de la vivencia previa de
la parousía (la venida) del salvador
al final de los días, la segunda venida de Cristo, esto es: se entiende el
Kairós como la presencia escatológica (en el fin del tiempo, Eschaton) del mesías en el ahora, en el
instante. Se trata de un existir-esperando-el-fin-del-mundo. En Ser y Tiempo este Kairós se seculariza en la temporalidad, la existencia (digamos
humana, aunque no tiene por qué), que pre-vive, pre-siente, la muerte: la
estructura ontológica fundamental que Heidegger llama "ser para la
muerte" (Sein zum Tode). Esa
pre-muerte en la que vivimos hace posible las decisiones "auténticas"
en nuestro proyectarnos como existencias. Hay una resolución, un empuñar la existencia
misma, en la elección de nuestro proyecto vital que necesita, por supuesto, de
una cierta frónesis aristotélica, de
la prudencia como virtud fundamental de la práxis
humana, que no tiene regla previa, que no puede ser enseñada y que, sin
embargo, faculta a ciertos afortunados a actuar en el momento/instante
adecuado, segunda acepción de la palabra griega Kairós, anterior a la cristiana. Pero qué ocurre en el concepto de
evento/acontecimiento de Heidegger tras las dos Guerras Mundiales, ¿sigue
siendo kairológica?
El Sprung, el “salto hacia el otro comienzo”. Otro comienzo fuera del
tiempo del reloj o tiempo impropio y vulgar; salto hacia el tiempo del evento o
acontecimiento propicio (Er-eignis).
¿Qué tiempo es ese en el que comienza la totalidad de las cosas de otra manera?
¿Cómo es otra manera? ¿En qué sentido es propicio? ¿Para quién o qué lo es? ¿Es
propicio porque se da en el momento adecuado? ¿Es un Kairós como el de la ética de Aristóteles? Hay interpretaciones,
como las que Kerkhoff ha traído a colación, que proponen el evento de las
Contribuciones como algo no-kairológico sino para-kairológico, ya que no se
está hablando de un acontecimiento del tiempo justo, sino de una monomanía, una
patología de Heidegger por insistir en el ser del instante condensado, lo "simultemporáneo"
(Das Gleich-Zeitige); esto es así ya
que, dado el carácter temporal del ser, éste esencia fácticamente, en el
instante, como apertura y salto hacia el comienzo de una otra totalidad, como
"la finitud agudizada en el ser mismo", como un "empuje de la
facticidad" en un para-tiempo, un para-kairós
más allá de la clepsidra pero, inevitablemente, siempre plegada a ella. Un
pliegue que, sólo asintóticamente, puede tener lugar, momento, evento-propicio,
de manera que el ser se haga auto-transparente a sí mismo (¿Hegel?). Puede que
el Kairós de las Contribuciones no
sea ni el cristiano de la parousía ni
el griego de la frónesis. Ambos kairoi son, desde la perspectiva del
evento/acontecimiento de las Contribuciones e, incluso, desde Ser y Tiempo,
meros tiempos de reloj: más Chronos
que Kairós.
¿No hay en esta interpretación de
Kerkhoff cierta contaminación hegeliana? ¿De verdad Heidegger piensa la
manifestación temporal del ser, sus figuras de la verdad, de manera asintótica?
Como si de una superación (Aufhebung)
de figuras anteriores, que ocultan su esencia, se tratara; como si en el Kairós entendido como eternidad, el ser
se desvelase a sí mismo en su esenciada pureza, se hiciera “auto-transparente”.
¿En eso consiste el otro comienzo? Ya Heidegger en Identidad y Diferencia, nos expone las divergencias entre la
concepción hegeliana del pensar la tradición y el paso atrás (Schritt züruck):
“Para nosotros, la norma para el diálogo con la tradición histórica es
la misma, en la medida en que se trata de penetrar en la fuerza del pensar
anterior. Sólo que nosotros no buscamos la fuerza en lo ya pensado, sino en un
impensado del que lo pensado recibe su espacio esencial. (…) La medida de lo
impensado no conduce a integrar lo pensado con anterioridad dentro de un desarrollo
y una sistematización todavía más altos y que lo superan, sino que exige la
puesta en libertad del pensar transmitido…)”[1]
¿Y cuál es ese impensado? Pues
precisamente la Differenz, la
diferencia ontológica que sirve como motor histórico en el juego de ocultación
y des-ocultación, de velamiento y des-velamiento óntico-ontológico. La fuerza aún
no pensada en la tradición se da, precisamente en ese olvido de la diferencia
entre ser y ente. Siempre el ser acaece como velado por la verdad histórica que
posibilita la metafísica, la cual
presupone el olvido del olvido del ser. La “torsión” Heideggeriana en un Kairós de otro comienzo,
post-metafísico, supone que este olvido no siga siendo olvidado, como así ha
sido hasta ahora en la metafísica occidental; sin embargo, esto no quiere
decir, como hemos creído interpretar en las palabras de Kerkhoff, que haya
jamás olvido, que el ser se manifieste transparentemente sin ocultación alguna,
en una parouisía total y absoluta que, por ende, posibilite un pensar de lo
absoluto, tal que en Hegel. El problema de la metafísica es el olvido del
olvido del ser, pero no el olvido mismo del ser ya que éste acaece siempre en
el modo de la a-létheia, como des-ocultación.
No es posible una manifestación total del sentido del ser en su “auto-transparencia”.
Olvido y ocultación son el modo en que el ser esencian históricamente. No hay
una verdad originaria y pura del ser previa a la a-létheia que pugne por manifestarse en otro comienzo, donde el
instante eterno que es el kairós y el tiempo de reloj se plieguen asintótica y
escatológicamente. No se trata de una verdad pura fuera del tiempo del reloj y
la ocultación que sólo podría alcanzarse, dado su carácter asintótico, en la eternidad del instante. Más bien la
verdad post-metafísica es el proceso de
devenir verdad en el diferir mismo, anterior al ser y al pensar, en un evento o
acaecimiento apropiador que, sin duda, involucra tanto al tiempo de reloj como
al tiempo como kairós: la época en la que se supere la metafísica supone y
necesita de un paso más allá de la era, que puede ser contada con el reloj, de
la técnica y la cibernética en la que ya, lo ente deja de ser ente, para
devenir una pos-metafísica existencia en stock a punto de desbordarse en
explosión atómica, catástrofe escatológica, fin de mundo tal y como lo
conocemos
En nuestra opinión, la parousía escatológica cambia del pensar
del primer al segundo Heidegger en que ya no se trata de la pre-vivencia
anticipatoria de la muerte en cada caso del individuo que se proyecta, sino de
la anticipación de la catástrofe atómica, política, ontológica en la que el ser
acaezca desbordado y desatado, y se vierta terrorífico (Grimm) sobre lo hombres, para imperar, resaltar sobre su humanidad
misma. El otro comienzo, que supone la torsión hacia una mutua apropiación
entre ser y pensar (hombre), va encauzado por las vías de la técnica y, como
tal, de las consecuencias del abuso técnico entendido como imposición del ser
humano y su dominio sobre el ser. La redefinición de la esencia de lo humano
pasa, según hemos creído entender en ciertos pasajes de Identidad y Diferencia
y en los Cuadernos Negros, por la catástrofe escatológica, en un momento mensurable por el tiempo humano del
reloj; al menos, como una de las opciones de la mencionada “torsión”
hacia el ser.
Como conclusión:
1. No es posible la manifestación
auto-transparente del ser en el pensamiento de Heidegger, eso más bien
corresponde a un sistema metafísico Hegeliano.
2. El pliegue entre ser y tiempo
(humano) no es asintótico dado que, además, no hay una verdad pura del ser que
subyazca pura a la temporalidad histórica.
3. El salto fuera de la concepción
metafísica de la historia que propicia otro comienzo del sentido de la
totalidad de lo ente necesita de un acontecimiento histórico, fáctico, del
tiempo cronológico, de reloj; no está sólo asintóticamente pensado en otro
tiempo, el kairológico, divergente del cronológico. Kairós y Chronos pueden
plegarse en la manifestación sublime del la naturaleza/phúsis/brote/emergencia
desatada y sobreabundante del ser.
[1] Heidegger, M. Identität und
Differenz. (Identidad y
Diferencia, ed. y tr. De H. Cortés y A. Leyte, Madrid: Anthropos, 1990, p.
111. )