lunes, 12 de diciembre de 2016

Filosofía-pop 4.



24. Si, como dice Aristóteles, la felicidad es autárquica y no sirve a otros fines, entonces la sociedad de consumo está determinada a crear seres humanos dependientes e insatisfechos, atrapados en un círculo vicioso del deseo. Es por eso que para que el sistema de producción post-fordista pueda seguir funcionando necesita que los seres humanos sean infelices. "Pues a quien es feliz le basta con lo que tiene y no echa nunca nada en falta". Pero claro, para ser feliz hace falta que la actividad del alma sea conforme con la virtud, tarea harto difícil en un mundo donde se prima el vicio por exceso; y ya nos recuerda el mismo estagirita que la virtud se encuentra "mesotes" en el término medio.

25. Al final me da igual cómo se llamen: Aristóteles, Heidegger, Nietzsche o Schmitt. Al final tiro la escalera y a tomar por saco. Lo que me queda no tiene nombres… al final. Y unos me dirán que con ese autor no se puede hacer eso; y otros me dirán que eso no se puede colegir de aquello otro. A unos y a otros tal vez haga caso pero, en última instancia, ahí estará la mano de la Sofía para guiarme. Nada de lo que salga de toda esta síntesis de ideas y mundos es propiedad mía. Vuestras ideas son sólo vuestras en la medida en que las proferís, pero nada más. Nadie "tiene ideas"; a nadie se le puede atribuir la propiedad de pensar esto o lo otro. El pensamiento acontece, sin más, en esas maquinitas de transpropiarse con el ser de las cosas que somos. El pensar es producto de unos procesos onto-históricos de los cuales no somos agentes, sólo actores. No hay un "sujeto histórico" que nos conduzca a nada. Hacemos y des-hacemos, sin regla previa ni lógos encarnándose en el mundo... y el precursante oscuro de todo ello siempre permanecerá oculto. Mi síntesis no será mía; ni si quiera "será"... la habrá, si la hay. No somos dueños de nuestros pensamientos sobe el mundo. Es el mundo el que se dona como una cascada, como una tempestad o un sueño de opio hacia nosotros, en la forma del pensar, haciéndonos señas en el silencio, en la palabra aún no nacida. Y mientras tanto habitamos el claro sin saberlo, dando a conocer que eso que surge del pozo y resplandece es nuestro. ¿Se puede cambiar el curso de la historia? Más aún, ¿hay curso, de-curso, en la Historia? Sólo podemos aspirar a que el monstruo que del pozo surge en el clarear del medio día pueda ser transducido como un ángel o un dios posible "que rehúsa a aniquilarnos". Heidegger, Rilke, Kant sublime o Lyotard. Qué más da, no son más que series que resuenan en otras series de significantes, como el cordaje en un sitar infinito.

26. Me parecen fascinantes esos famosos últimos aforismos del Tractatus, pero hay algo en ellos que me rechina y es la mística trascendente que destilan. Sólo alguien que aún no ha pasado por el ejercicio de matar la metafísica para recuperarla en la contingencia, alguien que, tal vez deliberadamente ha rehusado a Nietzsche y es ajeno a Heidegger puede pretender pensar que lo sagrado del sentido del mundo es exterior a él. Hay aquí un anhelo de valores trascendentes y elevación que resuenan a poesía cristiana y, como tal, me parece bellísima. Pero a mí se me queda corto. Lo que acaece en el fenómeno entendido como lo entiende la fenomenología hermenéutica lo hace como un dios teratomorfo y el sentido se da en una copertenencia entre eso y el ser, sin necesidad de recurrir a lo trascendente: en esa línea, que ha dejado de lado este joven Wittgenstein se encuentra Spinoza, Nietzsche, Heidegger y si me apuras... hasta el propio Zubiri cuando no recurre al concepto de "elevación" para dotar de sentido a la materia. Pero claro, qué entiende Wittgenstein por "mundo" no las cosas, sino el espacio lógico.

27. Que "la ciencia no piensa" significa que cae irreflexivamente en los siguientes prejuicios:
1. Entender que el hecho "desnudo" se nos da, así. Hay hechos más allá de la interpretación a los que podemos acceder y, además, esos hechos nos son ofrecidos por el mundo: lo que se viene llamando el "fenómeno".
2. Todo hecho basado en experimentación científica es algo real, existe, tiene una entidad real independiente de las condiciones de la experimentación, los aparatos de observación y medida y el investigador.
3. Sólo son hechos aquellos que pueden ser cuantificados y mensurados
4. La causalidad mental y la causalidad en el mundo coinciden, son la misma: por esa razón, por ejemplo, mediante el comportamiento animal o de los homínidos puede explicarse el comportamiento humano.
5. Las relaciones entre causa y efecto siguen leyes y forman parte de una estructura lógica del mundo que es la misma que la estructura lógica de la mente.
6. El mundo está regido por leyes necesariamente universales y verdaderas: el universo es un cosmos no un caos.
7. Por lo tanto la ciencia descubre relaciones causales universalmente verdaderas.
8. El método científico como método hipotético-deductivo, si se sigue sin error, descubre verdades del mundo necesarias.
9. Que de hecho se dan relaciones de causa y efecto en el mundo y que no obedecen en absoluto a instancias metafísicas como son la conexión causal, la substancia, etc...
10. Cualquier hecho del mundo puede explicarse mediante la reducción a las ciencias naturales.
Todos estos prejuicios científicos y alguno más que se me ha escapado son aceptados por una gran parte de la comunidad científica (la gente que estudia física teórica, sin embargo, no los tienen tan claros, está más cerca de la filosofía). De todas maneras, esto no es ni malo ni bueno, sencillamente el científico al desarrollar su labor no tiene por qué tenerlos en cuenta en tanto que prejuicios, ya que no es la reflexión crítica sobre la ciencia el objeto mismo de la ciencia, sino que lo es de la filosofía: en concreto de la epistemología y la filosofía de la ciencia y, por supuesto, en última y originaria instancia, de la ontología. Esta es la razón por la que la ciencia ni piensa ni necesita pensar, la ciencia no hace Sofía ya que se remite a la naturaleza de su objeto de estudio, no a las condiciones de posibilidad de que haya "estudio", "objeto" y el modo en el que la naturaleza se nos da y la entendemos; razón por la cual la ciencia no piensa y, cuando lo hace, pues te sale un Schrödinger o un Aristóteles. Cosas de la vida.

Post-scriptum: realmente el punto uno y cuatro son contradictorios, porque 1. supone una realidad extra-mental de los hechos más allá de la mente y la interpretación (realismo) y 4. viene a decir que las estructuras lógicas que subyacen al mundo son las mismas que la de la mente, luego tenemos un idealismo. Para que esto fueran tesis del Círculo de Viena (neopositivistas) habría que abandonar todo viso de idealismo y proponer que hay un isomorfismo entre hechos y proposiciones lingüísticas, de tal manera que el lenguaje pueda reflejar la estructura lógica que subyace al mundo: así tendríamos que los límites del conocimiento son los límites del decir. Pero bueno, todas estas contradicciones se dan inconsciente y acríticamente en la filosofía de la ciencia que de fondo tienen científicos, divulgadores y lectores poco avispados.


28. Hay que ser imbécil para pensar que cuando la filosofía se dedica a lo suyo, lo indisponible, es entonces cuando ha abandonado sus límites para transformarse en literatura y perder todo viso de cientificidad. Esos que entienden la filosofía como saber de segundo orden, anclado al comentario y fundamentación de las ciencias físico/matemáticas; también bien los que la cultivan como un lenguaje en modo subjuntivo que tímidamente habla sobre lo deseable, lo que podría ser, pero que no es auténticamente filosófico, ya que en ella no puede mostrarse sino sólo expresarse. O pero aún, los que creen que la filosofía puede descubrir unos valores objetivos subyacentes al mundo, o que en cuestiones de ética se dedica a prescribir normas de conducta o ensalzar valores de la comunidad... valores éticos. Filosofía confundida con moralismos, epistemología, literatura... El Pensar lo es del límite de lo expresable, porque su objeto es el ser, que se retrae en su donación, cuestión está histórica de nuestra metafísica. Eso no es poesía ni literatura, tampoco un abandono de la dedicación a la filosofía. Indisponible no es Inexpresable ni es inarticulable, tampoco el abandono de la razón, sino su cumplimiento crítico como tal. La trans-modernidad no es un asalto a la razón desde un exterior que ensalza el sentimiento y la intuición, sino la labor crítica de la razón misma llevada, empujada a sus límites. Quien piense que está fuera de los límites de la razón es un iluso; quien ataca argumentando que otros han abandonado la razón se piensa en la posesión de una facultad pura, no mancillada por el cuerpo y la temporalidad, en auto dominio de sí mismo y su subjetividad trascendental. Eso sí que es poesía.
 

martes, 22 de noviembre de 2016

Ficciones del Apocalipsis.



¿Cuándo sabe uno que la resolución que ha tomado es auténtica? ¿Cuándo sabe uno que no se encuentra en medio de lo ente, en la habladuría, en la ficcionalización del mundo? Y, aún más ¿cómo sabe uno que, creyéndose redimido de la caída en lo meramente óntico, no está más que abundando aún más en ella? Leo en Luis Sáez que la tormenta del ser es solo notada como disfrute estético de lo sublime, como en Kant... da gusto sentirse a salvo mientras contemplas en el muelle la catástrofe; no como el marinero en pleno faenar, que permanece "con la pipa encendida" sereno, que dice el de Messkirch y noble, que remata el de Macael. Pero aquí estamos hablando de cercanías y lejanías, y resulta que hay modos propios de situarse en el futuro, ya que éste es una de las dimensiones extáticas que constituye la temporalidad humana; de la misma manera que también hay modos impropios de querer lo futuro, en la avidez de novedades, porque nos aburrimos de tanto ente. Sin el futuro no es posible una previvencia, un prefigurarse lo que será, un traer aquí lo lejano para proyectarse auténticamente. Lo más lejano es lo más cercano, lo más sencillo, de una inusitada simplicidad... es el ser, tan cercano en nuestra comprensión media de sentido, que queda oculto por el trato cotidiano con las cosas. Pero el ser puede mostrarse en la lejanía como una tormenta catastrófica. Ahora bien, ¿puede darse una previvencia de la presencia (parousía) tormentosa del ser de modo auténtico o más bien nos hallamos en una ficcionalización, estetizante y sublime... ya que estamos "aburridos"? ¿Cómo saber eso? ¿Cómo saber que uno está en la disposición afectiva adecuada, angustiado en la clama, sereno en el dejar ser al haber traído a sí lo más lejano y a la vez lo más cercano que es la tormenta del ser? ¿Juan en la isla de Patmos nos trajo una ficción sublime de la revelación del fin de los tiempos, estetizada e inauténtica? Puede ser; pero también puede ser que esas manifestaciones ónticas e inauténticas del desastre respondan a una bestimmung global, a un sentir epocal, respecto al modo en el que habitamos junto a lo ente. Las múltiples prefiguraciones de lo catastrófico óntico, acontecimientos concretos de lo final, eso que el mundo neotestamentario llama Eschaton  (y aquí introduzco a Carl Schmitt) pueden ser formas de darse una manera ontológica de pervivir en el sentir de un nuevo nomos de la tierra, una nueva ordenación del territorio y un recomienzo ontológico del mundo. Aquí territorio lo es en un espacio no sólo geográfico, sino también en un Raum ontológico que implica el modo en el que nos las habemos con y habitamos los elementos: el aire, el mar, la tierra (el fuego atómico). Dado que el mundo no puede nunca cerrarse en su sentido: americanismo, bolchevismo, europeísmo, islamismo, no será que éste está pujando para mostrarse en otra figura, en un nuevo nomos aún no pensado. Con Lovecraft, cuando Cthullhu está por despertar de las profundidades del mar, la bestimmung de artistas y pensadores se altera por la catástrofe por venir, no en un acontecimiento en concreto óntico, sino por el irrumpir de lo real, que lleva siglos durmiente, en los pre o sub conscientes, de manera que obligue a simbolizar figuras ónticas y ficcionalizadas del emergente nomos. Y digo yo, no será ese viejo marinero en la tormenta, ante la presencia de Cthullhu, con su pipa tranquila, una ficcionalizacion más?

La trampa del soberano como encarnación positiva del poder constituyente



El Carl Schmitt de La Dictadura nos presenta un ámbito constituyente que, pese a no ser legal, pertenece como "exceso´" (sobreabundancia) a la constitución misma; así pues, en el orden constitucional está ya implícito el elemento constituyente, de manera "invisible", pero no obstante en tanto que condición de posibilidad siempre en estado naciente (expresión ésta mía, no de Schmitt). El "poder constituyente" está presente en la constitución en tanto que ausente, dado su carácter "fundamentador"; no obstante, pese a que este poder carece de un establecimiento legal, no deja de ostentar un estatuto político y jurídico que éste se auto-otorga. En Teología Política el poder constituyente pasará a denominarse "Soberano” y, como tal, puede suspender el orden constitucional para declarar el estado de excepción siempre que se defienda al súbdito de la amenaza existencial del enemigo público ("hostis"). Finalmente, en Tierra y Mar y el Nómos de la Tierra encontraremos como dicho poder constituyente es capaz de abrir nuevos espacios ontológicos, geográficos y jurídicos que retengan (Katechon) la llegada del Anti-Cristo (según la teología política cristiana deudora de Pablo de Tarso y Tertuliano). Hay que tener en cuenta que Schmitt entiende que esta concepción del mundo católica es una propuesta personal y que son posibles otros modos, otras filosofías de la historia, que abran un nuevo Nómos. Lo interesante aquí es notar que, evidentemente, y no como mero método de definición por vía negativa, el dispositivo diferencia óntico-ontológica se encuentra presente. En Teología política llega a afirmar, cosa que también hace Agamben en Homo Sacer sobre Schmitt, que no hay una auténtica separación entre phýsis y nómos sino que ésta, la phýsis se encuentra en estado de forclusión respecto al propio nómos, de manera que se manifiesta como decisión del soberano al proclamar el estado de excepción. La phýsis, como fuerza y poder constituyente, se encuentra en el mismo exceso del orden constitucional, cosa que legitima, política y constitucionalmente, el decisionismo unilateral de la encarnación de esta fuerza que es el Soberano. Así pues, el exceso que hace posible el orden constitucional puede negar el propio orden constitucional, derribarlo para declararlo incompetente en aras a la defensa del Estado, cuando las intensidades de la enemistad entre dos naciones ha llegado al límite; razón por la cual el Soberano será aquel que pueda decidir sobre el estado de excepción. ¿Cuál es el truco aquí? Tal vez una excesiva positividad del ámbito ausente y constituyente en la figura trascendente de un soberano de corte hobbesiano. ¿Puede darse una encarnación positiva de lo indisponible en aquel o aquellos que detenta el poder, que han logrado la "unidad política" del Estado?

domingo, 30 de octubre de 2016

Filosofía-pop 3.



21. La (anti-) metafísica del Doctor Extraño.


      Creo haberme reconciliado con esta nueva producción de Marvel al asistir a su estreno. No me he encontrado con ese exceso de magia geométrica y caleidoscópica que servía de motivo principal en los tráileres; antes bien, la forma de plasmar lo mágico es más flexible y abierta e, incluso, encierra algunas consideraciones filosóficas. Además de la grata sorpresa que me he llevado al advertir que  se han respetado antiguos diseños de Stive Ditko, sobre todo en los paisajes de la dimensión oscura, podemos asistir a homenajes de muchos personajes icónicos de las aventuras del hechicero y de esa maravillosa primera etapa en la que Lee y Ditko formaban tándem. No obstante, al margen de todo esto, he podido comprobar cómo los guionistas han soltado algunas gotas de filosofía existencial, que no existencialista y es que, al fin y al cabo, la dialéctica principal que opera en el filme es la que involucra la oposición entre temporalidad y eternidad… tanto es así que el ojo de Agamoto contiene la misma esencia del tiempo.
     La filosofía en la actualidad debe lidiar aún con esos dos acontecimientos que son Nietzsche y Heidegger y esta película, a su manera ingenua y ligera, los ha tenido a ambos en cuenta. Si alguna influencia han tenido estos dos pensadores en la cultura occidental es la de volver a traer el problema del ser y la temporalidad a la metafísica: una titanomaquia entre el tiempo y lo eterno que bien podría expresarse en Doctor Extraño como la lucha entre los partidarios del devenir y la inmanencia, el bando de The Ancient One; y los seguidores fanáticos de Dormammu, anclados en la inmutabilidad del UNO y lo trascendente. Éste es el gran dilema de la película, que es, de alguna manera, el de nuestra cultura occidental; no se trata, tan solo, del tema de la obtención y aseguramiento del poder: no se trata sólo de una lucha por el poder, sino de una batalla por asentar una metafísica, la que se libra entre lo inmutable, la del UNO de Parménides y el devenir y la mutabilidad del Ser de Heráclito y Nietzsche.
      La definición exacta de fanatismo, fenómeno tan de moda en nuestros tiempos, ha sido bien expuesta en esta obrita de Disney mediante la figura de Kaecilious, ya que éste quiere lo que hasta ahora han querido todas las religiones del libro, depauperar la vida y lo terrenal en pos de una existencia trascendente en lo UNO eterno, alejada del dolor de lo cambiante y de la multiplicidad. Para Kaecilious, tanto como para ISIS, la vida humana no vale nada dada su transitoriedad en un mundo terrenal, atravesado por el cambio y la multiplicidad; razón por la que harían cualquier cosa por regresar al UNO perfecto y eterno parmenídeo. Si la vida no vale nada y este mundo es un valle de lágrimas imperfecto y falseado, cualquier método para restaurar la unidad y la perfección es válido: incluso la auto-inmolación; así, Dormammu promete ser el dios de la verdad eterna que hasta el siglo XIX ha imperado como garante, no sólo de nuestras creencias, sino del modo en el que entendemos la verdad, el bien y la belleza: tal que universales abstractos garantizados por la presencia del UNO.
      Así pues, Extraño actúa como una fuerza del devenir que redime al tiempo del deseo de inmutabilidad y eternidad humano. Extraño es un anti-metafísico que pretende la caída del cielo de los adoradores y la restauración del valor de lo temporal y pasajero como condición misma de lo humano. Si el ser humano es algo es TIEMPO, existencia misma que se anticipa al morir, razón por la cual The Ancient One en su último momento de vida, nos dice que “la muerte es lo que da sentido a la vida”, pensamiento tan cercano al Dasein (existencia humana) de Ser y Tiempo, donde Heidegger expone que es la anticipación a la muerte la que hace que nuestras elecciones en la vida puedan tener sentido y, por ello, ser auténticas (Sein zum Tode).
     Para corresponder a la continuidad del UCM, se ha sacrificado la auténtica función del ojo de Agamoto, que era la de arrojar, irradiar la luz de la verdad: la iluminación de lo que queda oculto Alétheia, que dice el griego. No obstante, encerrar una gema del infinito en el ojo, la del tiempo, la que constituye lo humano mismo (que ya hemos dicho que es temporalidad), la que irradia la luz por la cual podemos entender lo humano (Según el Heidegger de Ser y Tempo), ha conferido al personaje de un cariz existencial muy interesante: el de un adalid de lo terreno, capaz de vencer al demonio de lo Uno eterno, mediante el dominio del Tiempo, tan humano, demasiado humano… 

      Por otra parte: ¿es Dormammu un Da-sein? Si lo es, que así parece, dado que al comportarse muestra poseer un horizonte de comprensibilidad media de las cosas, entonces tiene temporalidad. Un ente que no tiene tiempo no tiene tampoco trato con las cosas, ya que las cosas son temporales, razón por la cual el ente supremo en Aristóteles sólo se conoce a sí mismo: en su suma perfección es eterno e inmutable y, por lo tanto, es un en sí anonadado. Dormammu parece haber realizado un movimiento de extrañamiento (con Extraño) hacia lo otro de sí, esta arrojado afuera en su trato con el mundo y sus fieles. Ese otro Dasein que es Dr. Strange no trae el tiempo, sino el eterno retorno de lo mismo, del cual selecciona un acontecimiento en concreto: el más favorable. Ha quedado claro entonces que, al contrario de las interpretaciones que se dan a la conclusión del filme, Dormammu no es eterno, tiene temporalidad, proyectos, planes, además de un pasado. Tiene tiempo; por otra parte, Strange no es alguien que trae el tiempo a Dormammu, sino que introduce una afirmación eterna. Trae lo eterno a Dormammu, más bien.

22. La odisea ontológica de Kubrik y el paseo óntico de Nolan.
      2001, Odisea en el espacio es ontológica en dos sentidos: retoma el problema de lo real desde el ser humano, cosa que no hace Interstellar. El “progreso” y “evolución” de la esencia de lo humano y, por lo tanto, de su propia definición, lo es en relación a una instancia no humana (sagrada/alienígena) que se impone y demarca el paso de la hominización al de la humanización. Casi nada. Aquí lo alienígena no es entendido desde un punto biologicista o, mejor dicho, xenobiológico, sino que se encuentra en el espacio de lo misterioso y no definido... es lo que "no" del ser humano. En contra de la ciencia-ficción de la época, que abunda en el encuentro de la humanidad con razas alienígenas de otras galaxias y que culmina con la opereta galáctica llamada Star Wars/Star Trek, 2001 no necesita del dispositivo ovni de Roswell. Su referencia a lo numinoso es perfecta: el poder que irradia un monolito negro de origen desconocido. En el otro sentido, se trata del nuevo hombre, el trans-humano, el súper hombre acunado por el Zaratustra de Strauss, que es la expresión de la perfecta y mutua apropiación entre el ser y el ente; no es el heraldo de la voluntad de poder, sino el producto de una selección genética para producir una especie de onto-pastores.
      Sin embargo en Interstellar la dimensión de lo no humano está por completo excluida. No hay conflicto en la propia inteligencia artificial, es ya humana, agradablemente humana. La voz del ser, de más allá de las estrellas, que hace guiños (wink) a la humanidad como especie ES LA PROPIA HUMANIDAD FUTURA, es el yo futuro atrapado en un bucle temporal del protagonista que, finalmente, redunda en una utopía tecnológica en la que el ser humano ha alcanzado el dominio del todo de lo ente; INCLUSO DE UN AGUJERO NEGRO. Esto se llama: humansimo.


23. La diferencia óntico-ontológica.
      Diferencia ontológica: el ser lo es siempre del ente, en cada caso. No hay ser sin ente, si no estaríamos hablando de una especie de súper-ente o ente supremo que flota por encima de cualquier ente. Sin embargo el ser es la condición de posibilidad del ente, de tal manera que lo sobrepuja, lo excede o, como decía Plotino, lo sobre-abunda. El ser se muestra en el todavía no de la cosa. Cuando quieres acotar un tema y ves que es humanamente imposible, ahí tienes el PUTO ser. Cuando necesitas temperar un instrumento porque de cuartos de tono te vas al infinito, ahí está el ser pujando. Titán de la mitología griega, dios primigenio de Lovecraft. El ser se expresa en lo sublime.