La muerte de Dios se ha llevado también el plano de lo infinito, de lo que no existe (no existe como objeto empírico acabado y delimitado)... el plano de la trascendencia. Se ha deteriorado en esta humanidad empírica, de lo meramente presente, la capacidad de enfocar la atención en objetos que son "consistentes", pero no existentes; la facultad para simbolizar. Heidegger lo llamaría el "misterio", Kant los ideales regulativos de la razón y Carl Schmitt la irrupción de lo sagrado en la historia. Eso que no puede cuantificarse o predecirse en una regla previa, es lo que hace al ser humano lo que es: apertura de mundo que no está fijada ni delimitada; el exceso, el plus de la poderosidad de lo real que incide hasta en lo inconsciente. ¿Supone esto una regresión, en sentido ontológico y antropológico, del animal humano? Estas son las cuestiones que aborda esta magnífica ponencia de Javier de la Higuera Espín, profesor de filosofía (Metafísica II) en la Universidad de Granada. Algunos hemos tenido la suerte de recibir clases de este auténtico filósofo, una categoría difícil de encontrar, sobre todo en la facultades de filosofía, en estos tiempos de purismo academicista y excesos de enfoques histórico-filológicos.
"... en el mundo como en el agua"
miércoles, 14 de noviembre de 2012
jueves, 1 de noviembre de 2012
Hipervelocidad: El sueño funcionalista de Adam Warren.
Hipervelocidad se mantiene bajo los
presupuestos del funcionalismo computacional: Tony Stark, nuestro alter-ego de Iron-man, sufre un daño irreparable en
combate y queda en coma, inoperativo para el resto de los seis números que dura
el cómic. Inminentemente la armadura vuelca la conciencia de Stark, como si la
conciencia fuera un objeto o una cosa que pudiera ser transportada de un sitio
a otro, en su sistema operativo y deviene Tony Stark 2.0. Una versión
informatizada del personaje en constante proceso de actualización. Se ha hecho
de Stark un nuevo sistema operativo sofisticadísimo para su armadura de combate
que, a partir de entonces, será su yo 2.0. de polímeros reforzados y silicio.
¿Qué ha ocurrido aquí? La preservación de la conciencia y/o del cerebro (para
éste tipo de enfoques hay una peculiar identidad entre mente y cuerpo) por una
organización artificial que lo suplante. Stark intenta explicárnoslo en las
viñetas dos y tres de la página 39:
“Bueno, no tanto al cerebro per
se, como a mis neurofunciones cognitivas y mi estructura base de personalidad.
El software de patrones de pensamiento que corre en mi hardware de materia
gris, simplificándolo exageradamente. Usando terabites de datos examinados por
el dispositivo de sensores neuroinductores del casco… extrapolados a través de
un equipo muy experimental de soft de
emulación de personalidad… los procesadores de la armadura han ensamblado un
modelo beta de mi deslumbrante personalidad y mi brillante intelecto. La
emulación de personalidad aún parece un poco defectuosa, sin embargo… y la
velocidad de reloj cognitiva es sólo equivalente a la humana.”
Lo que Warren está
enunciando mediante el monólogo, un tanto atropellado y cargado de tecnicismos
y diminutivos pro de Stark, es la
tesis del funcionalismo computacional gracias al que, autores que lo
desarrollaron como Hillary Putnam, cosecharon bastante éxito durante los
setenta. Esta tendencia viene a identificar el cerebro con el hardware; y la
conciencia con el sistema operativo, condición de posibilidad del arranque y la
marcha de cualquier otro software o programa (o estado mental). El
funcionalismo parte de la hipótesis de que “un estado mental se caracteriza
fundamentalmente por su función dentro de un sistema de relaciones causales
(dentro de una organización funcional)” Con esto se quiere decir que cualquier
estado mental: deseo, dolor, etc… lo es según la función que desempeñe en una
organización funcional. Organización de funciones que es múltiplemente
realizable en cualquier forma física: un cerebro humano, una computadora o un
sistema mecánico de poleas. Tomemos como ejemplo la función de “señalar la
hora”. Esta función es realizable en, que sepamos, al menos dos formas
diferentes de organizaciones funcionales: el reloj analógico y el digital. Lo
único que diferencia el soporte físico de estas funciones es su constitución
material: el analógico puede funcionar, entre otras muhcas otras realizaciones, mediante un sistema de engranajes miniaturizado;
y el digital mediante una batería conectada a un pequeño chip de silicio . Pese
a lo radicalmente diferente de su constitución ambos suponen un sistema de
relaciones causales que tienen como efecto la función de dar la hora. No
importa ya cuál sea la identidad física del soporte de la función, sino la
función misma, que se hace encarnable en cualquier estructura física. Lo
mental, en el caso de Tony Stark 2.0., es una función en una organización
funcional física diferente a la de Tony Stark 1.0. La función de “ser
conciencia de Tony Stark” la puede realizar perfectamente, tanto la conciencia
de un cuerpo humano como el sistema operativo de la armadura computerizada que
es Iron-man.
Notemos que, la
relación que se establece entre la causalidad mental y física en el
funcionalismo (computacional o no, realizable en una computadora o en un trozo
de queso) es algo peculiar. Hasta el punto en el que, para desmarcarse de
ciertos enfoques materialistas más rígidos, teóricos de la filosofía de la
mente como Davidson han substituido el concepto de “identidad” por el de
“supervivencia” (es por eso por lo que Stark se encuentra tan interesado en la
preservación de sus “neurofunciones cognitivas”). Como hemos visto en el ejemplo
del reloj o de la conciencia en el cerebro o conciencia del traje de combate
Iron-man, las propiedades funcionales no son idénticas a las propiedades
físicas. Las propiedades funcionales sobreviven a las físicas,
independientemente de cuál sea su encarnación o realización. Por eso no se
trata de una relación de “identidad” entre propiedad funcional y física si no,
más bien, de “superviviencia”. Ésta concepción ingeniosamente materialista,
desarrollada para bordear los escollos que plantean otros enfoques materialistas
más fuertes (como el de identidad de tipos), no está exenta de críticas. No es
éste el lugar para dedicarle una amplia investigación al funcionalismo
computacional y sus contra-argumentos pero, desde el tema que nos interesa, que
es el de la disposición espacial del cuerpo de carácter ontológico, diremos que esta manera de entender conciencia y máquina corre el riesgo de pensar la
relación mente y materia como un revisionismo del dualismo cartesiano: Stark
2.0 es la conciencia de Stark encarnada en una máquina, el fantasma en la
máquina.
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