En el siglo XVIII,
en Europa, los Estados no reconocían sociedad alguna como término contrapuesto a
ellos. Se entendía que el Estado era una instancia superior a la sociedad,
cualitativamente superior, como se expresaba en la filosofía del Estado de
corte hegeliano: El estado mantenía el monopolio de lo político sobre lo social.
Al ser el ámbito estatal ónticamente superior al social no era posible aún
establecer entre ellos una relación de oposición.
Sin embargo, los
proyectos de Estado del XIX pretendían
hacer una separación entre el Estado y lo social, de manera que el ámbito
político del Estado estuviera en oposición a lo que se consideraba de carácter
social e individual; es lo que llamamos el concepto de liberalismo. La desvinculación
de la sociedad con el Estado y lo político supone un concepto de libertad
entendida como no injerencia en el ámbito de lo privado pero, he aquí su gran
problema: si el Estado no es social no hay, entonces, un sistema de políticas
sociales (ya que la política es una cuestión de Estado), por lo que la suerte
que corren los más desfavorecidos es una cuestión de iniciativa personal o de
organizaciones desvinculadas del Estado como es la Iglesia o las fundaciones
sin ánimo de lucro. Es menester del adinerado filántropo, figura clásica en el
imaginario mitológico anglosajón, ofrecer "fairness", como iniciativa
privada, al necesitado. La libertad de no injerencia, libertad en sentido
negativo, se le atribuye tanto al rico como al pobre: "eres libre de ser
pobre, el estado no se inmiscuirá en tu pobreza": La religión, lo
cultural, lo económico, lo jurídico, lo científico se oponían a lo político.
Uno hacía negocios con el enemigo al margen de la política, lo cultural y lo
religioso eran cuestiones de educación personal y familiar y de confesión
religiosa y, como hemos visto, la salud y el bienestar social en general no
incumbían en absoluto al Estado Inglés de mediados y finales del siglo XIX.
Esta neutralización de lo político expone, para ello, una clara delimitación y
definición de qué es lo político: lo opuesto a lo social; sin embargo, veremos
que el Estado Total del proyecto soviético disuelve lo político en la vida
misma de lo social hasta hacerlo omniabarcante: “en esta modalidad de Estado todo es al menos potencialmente
político, y la referencia al estado ya no está en condiciones de fundar una
caracterización específica y distintiva
de lo político"[1]
La democracia y
la entrada en el siglo XX suponen el establecimiento del Estado neutralizador
de las relaciones en oposición entre sociedad y política, según los términos
utilizados por el jurista alemán Carl Schmitt, siglo en el que la distinción
cualitativa entre Estado y sociedad desaparece por completo en pos de la
democracia. Aquí el estado termina identificándose con el concepto mismo de “sociedad humana” para alcanzar así un
estatus universal. Digamos que, como más tarde explicará el mismo Schmitt en La era de las despolitizaciones y las
neutralizaciones, la negación del Estado liberal por el democrático supone
una neutralización mayor que la que imponía el Estado liberal mismo al separar
política de sociedad. Ahora todo será susceptible de politizarse, hasta tal
punto que será imposible discernir qué sea lo específicamente político: ésta
es, sobre todas las otras despolitizaciones, la más extrema, ya que invalida
por completo el concepto de lo político.
Desde esta noción de
Estado, más allá de la democrática, nos adentramos en la de Estado total del
bloque soviético. Aquí, la neutralización de las oposiciones que suponen el
concepto de lo político, se hace evidente en el seno del propio Estado, al
integrar en sí todo lo social, todas las fuerzas en oposición vitales. La
supuesta despolitización de lo social del Estado del siglo XIX, se niega para
alcanzar una neutralización mayor de lo político en la integración total de
vida y sociedad en el Estado. Ya nada es apolítico y, mucho menos, la economía.
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