miércoles, 25 de mayo de 2011

El problema ontológico tras los indignados y la incompetencia de los periodistas para comprenderlo.

Escuchar hablar a los periodistas te hace dudar de la clase de preparación que obtienen en las facultades de ciencias de la información. Están tan acostumbrados a hacer de portavoces de sus respectivos partidos que, cuando se encuentran en una situación en la que el problema que se plantea no puede diluirse en la dialéctica entre PP y PSOE, se pierden irremediablemente en agumentos ad hoc insustanciales. No tienen herramientas conceptuales para entender qué se expresa y por qué. No es contra el gobierno, no es para dar lecciones a nadie sobre democracia, no es sólo por el paro, ni por la crisis, sus críticas no son achacables sólo a la gestión de la legislatura de un determinado partido político. Se trata de un alegato que tiene como fundamento pretensiones ONTOLÓGICAS de propiedad. Se pone de manifiesto que hay un enfermedad que nos constituye a todos como tales, que atraviesa occidente entero: el malestar por no empuñar propia y auténticamente un proyecto de vida, por habitar un mundo que no se siente como propio, por ser sin-mundo (inmundo). Reivindicar políticamente una democracia de corte participativo, intentar recuperar para la sociedad civil la inmanencia del poder, son modos de volver a empuñarse propia y auténticamente en un proyecto vital siendo-con-los otros. Se indignan porque quieren volver a ser dignos.

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