viernes, 23 de septiembre de 2016

Filosofía-pop.



1.      Shazam y Superman.

 "¡Shazam!", la voz que trae al dios y lo sobrenatural al Mundo. Mientras Superman es un ser producto de la dominación técnica sobre lo real, el epítome del humanismo, la construcción eugenésica del hombre por el hombre para transformarlo en un dios; el Capitán Marvel es la encarnación del VERBO de lo no humano, el sacerdote que lleva la palabra del dios en una evangelización tormentosa y que, con su furia, muestra la pequeñez del ser humano ante el poder de lo sagrado.
Superman es invulnerable a todo... excepto a su origen genético-científico, el planeta Krypton, la kryptonita, aquello que puede re-codificarlo para detraerlo a un estado menor, enfermo, demasiado humano; y, sobre todo, es vulnerable a la voz "¡Shazam!", la voz del metatrono, que lo devuelve a su lugar en la summa teológica, bajo el dios y los ángeles, sobre las bestias y la naturaleza: al puesto del hombre en el Cosmos.

2.      La Estrella de la Muerte y la fuerza.

El terror tecnológico de la estrella de la muerte no es más que la confirmación, para el nihilismo de Nietzsche, de que la “voluntad de verdad” de la tecno-ciencia  no deja lugar a la fórmula salvífica de un Dios garante del conocimiento y de los valores trascendentes a las obras del ser humano: de ahí la irritación del Lord Sith al comparar el poder de la fuerza con la mayor expresión tecnológica del Imperio.
En cambio, para Heidegger, del lado del Sith, el poder de lo no humano (del Ser) se expresa inevitablemente en el dispositivo técnico, cuya esencia es la estructura o armazón (Gestell). Es el modo de corresponder al Ser, la fuerza, lo trascendente en lo inmanente (ya que la fuerza es una naturalización de Dios, está en todos nosotros) del ser humano de modo violento, ingerente y alotécnico. Ya no se trata de que la Estrella de la Muerte sea una instancia inferior como producción humana al ser o la fuerza, sino de que la Estrella es inestable, puede explotar, no está totalmente dominada por el técnico; está, en última instancia, a expensas del azar y la contrariedad. Más incidente atómico que útil bélico, define una época post-metafísica, anti-moderna y anti-ilustrada del Imperio. Más allá de la voluntad de dominio de la estrella de la muerte, se encuentra la posibilidad del desastre metafísico.

3.      Spinoza el psicólogo.

¿No hay como una tendencia a patologizar a Spinoza y transformarlo en un psicólogo al uso? Los afectos y las pasiones son intensidades, fuerzas en tensiones que se afirman o repudian: se trata de una ontología de fuerzas, no sólo una psicología del deseo. El “conatus”, el apetito, la perseverancia en el ser, es un término metafísico heredado de Aristóteles: un Aristóteles corporeizado. Spinoza no habla del contenido mental, sino del acto afirmador o negador, como fuerza intensiva, de un sólo pliegue que involucra al cuerpo y la mente.

4.      Kant, el filósofo de la mente.

No es cierto que Kant abunde en la relación entre mente y mundo, eso es una lectura de la epistemología anglosajona contemporánea. La analítica trascendental, que no la KrV al completo, tiene como objeto tratar de fundar la posibilidad objetiva, necesaria y universal del darse de todo objeto en general del conocimiento gracias unas estructuras trascendentales… pero no de la mente, ni de nuestro cerebro. La traducción de la edición de Alfaguara habla de Gemüt como “psiquismo”; mala traducción esa, ya que Kant sutilmente alude con ese término a algo así como “ánimo” o “disposición”, término que no involucra en absoluto a la mente o el cerebro. De todas maneras, el interés de Kant por el conocimiento lo es en su fundamentación de iure, no de facto, como sí lo es en el caso de los empiristas. Para el de Königsberg se trata de la legitimidad (jurídica) del uso del entendimiento con respecto a los datos proporcionados por la sensibilidad, no del origen psico-físico del conocimiento. Para el problema epistemológico al que se apunta ver Mind and World de McDowell; para la distinción entre “de iure” y “de facto” ver la introducción de Releer a Kant de Marzoa.

5.      Esa cosa del espacio y el tiempo.

Ni si quiera Newton se atrevió a considerar el espacio como una cosa; creía que éste es el "órgano de sentido de Dios". Sin embargo, la física actual piensa el entramado del espacio-tiempo como una cosa. Un objeto que se pliega y deforma según la masa de los objetos que contiene. ¿Desde cuándo las intuiciones puras, no empíricas, que no pueden extraerse de la experiencia pueden constituirse como objetos? ¿Es que nuestros físicos contemporáneos pueden, gracias a los radio telescopios, aparatos de observación en órbita y demás avances técnicos, experimentar empíricamente, VER, el espacio y el tiempo. ¿Desde cuándo los modelos y las hipótesis han sustituido a la experiencia empírica? Un modelo explicativo que toma como analogía un objeto para explicar lo Real no debe confundir lo Real mismo con la analogía.

6.      Forzar las interpretaciones.

¿Será posible relacionar la ordenación originaria del territorio (Nómos) con el Kairós (el acontecimiento propicio) de manera que entendamos que son dos modos originarios de darse la naturaleza (phýsis) -o el ser (tó on)-? Y, ya que nos ponemos, ¿puede el Kairós de San Pablo relacionarse con el de Aristóteles en la Ética a Nicómaco, de tal manera que se fundan en un sólo concepto, el heideggerano "Er-eignis". Y, más aún, ¿podemos encontrar aquí una pista de la relación entre Heidegger y Carl Schmitt?

7.      Tardes de viernes en casa de Zubiri.

Las tardes de viernes en la fundación Zubiri: "Verificar es ir verificando". El "esbozo" del fundamento campal es pergeñado por la razón, proyectado y probado/verificado empíricamente sobre el mundo (la realidad campal), en pos de una realidad más profunda. Es interesante notar como el "esbozo" nunca agota esta realidad campal, una realidad holística (sustantiva) en la que todas las notas del mundo están en relación unas con otras. El esbozo supone, como en el ejemplo de Ortega y Gasset, paralizar la luz para exponerla al método científico. Pero ya no es la luz misma, que se escapa a todo intento de esbozado. Por eso verificar una teoría sobre la realidad es siempre ir verificándola, pues nunca podrá dar cuenta de la naturaleza entera. Si eso fuera así, como narra Borges, el mapa del territorio sería tan amplio e infinito como el territorio mismo y, por lo tanto, dejaría de tener la función de mapa, de esbozo. ¿No es demasiado popperiana esta interpretación del esbozo?

8.      Esto si se va al carajo… mejor.

En nuestra opinión, la parousía escatológica cambia del pensar del primer al segundo Heidegger en que ya no se trata de la pre-vivencia anticipatoria de la muerte en cada caso del individuo que se proyecta, sino de la anticipación de la catástrofe atómica, política, ontológica en la que el ser acaezca desbordado y desatado, y se vierta terrorífico (Grimm) sobre los hombres, para imperar, resaltar sobre la humanidad misma. El otro comienzo, que supone la torsión hacia una mutua apropiación entre ser y pensar (hombre), va encauzado por las vías de la técnica y, como tal, de las consecuencias del abuso técnico entendido como imposición del ser humano y su dominio sobre el ser. La redefinición de la esencia de lo humano pasa, según hemos creído entender en ciertos pasajes de Identidad y Diferencia y en los Cuadernos Negros, por la catástrofe escatológica, en un momento mensurable por el tiempo humano del reloj; al menos, como una de las opciones de la mencionada “torsión” hacia el ser.

9.      Sí, que se va al carajo.

La torsión del Ser sólo es posible en el apocalipsis del mundo. El resto no son más que dispositivos del mantenimiento del sistema, lubricaciones necesarias para evitar los roces. Sólo en el acabamiento del mundo es posible lo otro por venir... el otro comienzo.

10.    El cliché del Alien.

El cuerpo en Giger, protésico, lúbrico e híper-conectado puede que no sea más que un cliché demasiado estético en comparación con el cuerpo como sensación pura, vivido, que directamente afecta al sistema nervioso de Bacon. ¿Es esto así, es sólo un cliché Giger, atrapado aún en lo figurativo y lo narrativo?

11.    El cadáver de Europa.

Asistiendo a la descomposición del cadáver de Europa desde lejos, con unas palomitas, sentado en el sillón. Un espectáculo sublime, en sentido estético, ya que sólo puede darse la sublimidad desde la contemplación a resguardo de un hecho que podría aniquilarte. Me temo que esta vez, una idea de razón pura como es la de totalidad, no va a hacer que me ponga por encima del horror de la naturaleza en descomposición que es la phýsis de Europa. La razón pura se queda corta ante semejante catástrofe humana, económica y, sobre todo, ontológica: lo impensado, lo real que irrumpe, lo inefable, lo que no, desborda los límites de la imaginación trascendental y las rígidas ideas de razón, entre ellas la de totalidad, que fundamenta el concepto de "mundo". El fin de Europa es el fin del Mundo, entendido éste como un meta-relato total y unido que llega a su fin: un nuevo NÓMOS de la tierra está por aparecer, cúal será su índole. Nunca un relato histórico puede jamás llegar a ser total: nunca una filosofía de la historia puede llegar a explicar todo lo que es. El fin de Europa da cuenta de ello como fractura, como entre, como ruina...

12.     Reciclar la ruina.

Umberto Eco contribuyó a ese uso postmoderno del pasado llamado "historicismo", el hecho de entender el pasado como un presente inmóvil: como si todo fuera en tiempo presente. La manía del reciclaje, en contraposición a la ruina, como bien expresa José Luis Pardo, no es más que una mera manifestación de esta presentificación del pasado. El otro día un compañero me comentaba que eso era "normal", porque el pasado sólo puede comprenderse desde el presente. Bien, cuidado ahí: una cosa es el uso sincrónico que de los términos antiguos hace la hermenéutica, el tratar de entender el término desde el contexto vital y filosófico de la época en cuestión y, otra cosa muy distinta, hacer del pasado una ilusión presente, como si no hubiera pasado el tiempo, como si el objeto reciclado fuera el objeto que fue en la antigüedad; como si una máquina del tiempo nos hubiera traído el objeto (texto, útil, concepto, idea) directamente del pasado sin atender al devenir histórico. Así pues, la hermenéutica pretende entender el pasado como ruina, y no como objeto reciclado. Esto implica que la ruina debe ser interpretada, en una fusión de horizontes, desde nuestro inevitable presente, con una conciencia histórica: la de la tradición.

El nombre de la rosa está lleno de mistificaciones postmodernas, es un pastiche de momentos de la modernidad y la post-modernidad (Wittgenstein, Nietzsche, Aristóteles, Tomás de Aquino) barnizados de una Edad Media muy "presente" y muy "realista". El nombre de la rosa es un reciclaje del mundo medieval ya que expresa problemas actuales en un contexto en el que esos problemas no estaban, si quiera, pensados; no al menos con la significación que ahora podemos darle. El concepto de agathón no puede entenderse tal y como ahora creen entenderlo los éticos actuales ya que, el contexto histórico es, radicalmente, otro; lo mismo ocurre con el concepto de "verdad" griego: ALÉTHEIA, vertido a nuestro mundo latino por la VERITAS romana; tan ajeno es el uno del otro que es un error garrafal traducir ALÉTHEIA por verdad cuando, realmente, se trata de un desocultamiento.

Esta tarea de la mistificación ha sido llevada sobre todo, con gran éxito de explotación, al cine, al maldito cine que nos hace creer que en Gladiator el ideal de la República romana es justo el del republicanismo americano; o que, por supuesto, el mundo tardo-medieval ha encontrado los límites del conocimiento humano en el problema del lenguaje, como ocurre en El nombre de la rosa. Buscad ruinas, adentraos en lo que no deja mostrar del todo su sentido y, sobre todo, no convirtáis las ruinas en objetos ya acabados, en entes cerrados y presentificados del ahora eterno, como es el objeto reciclado. La ruina encierra el misterio, el reciclado sólo brilla cuando aún se mantiene nuevo.



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