sábado, 1 de abril de 2017

El gigante enterrado: Kazuo Ishiguro (Anagrama).



Encuentro en esta novela los ecos del ciclo artúrico y, cómo no, ese nuevo comienzo ontológico de nuestro mundo que es la Tierra Media de Tolkien. Pero no nos engañemos, en ninguna manera se trata de uno de esos sucedáneos que la industria del entretenimiento literario ha puesto a disposición del público adolescente. Antes de una copia, estamos creo yo, ante el simulacro de la fantasía épica. Se encuentran los elementos del género de espada y brujería, pero los códigos han cambiado: la épica lo es de un mundo que ya no volverá; sí, aquí, al igual que en la Tercera Edad de Tolkien, el Dios se ha retirado del mundo y una edad dorada ha dado lugar a una edad de hierro. La diferencia consiste en que las esquirlas del tiempo de los héroes no dan sus frutos, no vuelen a florecer en una última gran batalla contra Sauron; la acción tendrá lugar tras la era de Pendragón, tras la era de la magia y los reyes designados por la espada del acontecer. Kazuo Ishiguro nos presenta en El gigante enterrado el último efecto mágico de la Inglaterra artúrica, el del olvido y sus consecuencias ya que, sin duda, no sólo se olvida en la niebla misteriosa el mundo esplendoroso que fue, sino también su fundación, su condición de posibilidad. Toda la novela es la búsqueda del porqué de una situación en la que la gente vive atrapada en la certeza sensible hegeliana, en un ahora perpetuo sin tiempo ni Historia. Como en la tragedia griega, los personajes principales cual edipos, buscan la esencia de su momento, pese a que lo que encuentren pueda destruirlos a ellos y a su mundo. Es en el sueño, pues la obra tiene una textura nubosa y onírica, en los lapsus del razonar diario, donde el recuerdo reprimido emerge en busca de una autoconciencia terrorífica. Magnífica vuelta de tuerca del género, del cual se ha aprovechado lo mejor para contar una historia sólida, existencial y gratamente ontológica. El gigante enterrado es el fantasma que lucha por retornar de su forclusión para traer de nuevo, tal vez a la presencia, el fundamento tormentoso del mundo y su disposición política: que la paz tiene como precio la sangre es algo que el antiguo Impero Romano nos enseñó, razón por la que el reino soñado de Arturo es una pretendida continuación de aquel.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.