38. Lo sagrado es el momento en el que la humanidad se desvanece y rehúsa ante lo que sobreabunda. La muerte, el sexo y el arte.
39. Al otro lado hay nada... al otro lado, lo absolutamente
otro, lo no disponible, lo no representable, LO QUE NO. Lo sagrado. Lo más
cercano a lo sagrado, a lo que no, es el coito. El estremecimiento sexual que
precede y linda con la muerte.
40. No es posible una auténtica relación inmediata con lo
real. Las revelaciones siempre necesitan de la exégesis; las obras de arte de
críticos e intérpretes. Cuando el arte o la religión creen haber tocado el
fundamento de lo real no hacen más que contar mitos, cuentos o gigantomaquias
acerca del ser. Esta era la razón por la que Platón no quería poetas en la
ciudad.
41. El artista no piensa. El arte tiene una relación no
mediada con lo real. Ni el director de cine, ni el poeta, ni mucho menos el
novelista, tienen que ser ni deben ser filósofos. El pensamiento que pueda
desprenderse de la obra de un autor es una actividad de orden secundario, que
no compete al artista. El arte conceptual imperante en la era contemporánea
quiere pensar, devenir filosofía, mediar la realidad por la esencia y el
concepto. Eso provoca obras de arte raquíticas, que se quedan en mero proyecto
o intento de y que, al fin y al cabo, deben ser complementadas con mucho texto;
por el contrario puede ocurrir que la obra sea banal, ingenuamente esteticista
y de una simpleza tautológica. El arte que se hace pasar por pensamiento es un
fraude. Razones estas por las que el artista no puede ser considerado un
"referente intelectual".
42. Mal vamos en nuestra querida Europa cuando se considera a
un novelista o a un director de cine "referente intelectual" Desde
que el intelecto consiste en contar cuentos el pensamiento se ha devaluado en
la mera opinión.
43."Sorge", cura, procurar-por hacer por ser en la
certeza de que se es para la muerte (Sein
zum Tode). En la Edad Media la gente estaba pre-ocupada por su muerte; la
vida se dirigía hacia ese morir. Se vivía en función de la preparación para la
muerte, de un modo trascendente, claro; pero al menos había una parousía, una
presencia previvida de la muerte. Ahora la muerte está oculta, es críptica no
en su misterio sino por su incomodo escatológico, hasta el punto en el que
parece que no morimos. Que no moriremos nunca. Razón esta de la dispersión de
la vida, del mismo proyecto vital en el que ya no se hace por ser, ya no se
cura (cuida) la vida, no se procura auténticamente el mundo circundante (Umwelt). Las cosas pierden solidez, se
hacen más livianas, líquidas, efímeras, menos importantes PORQUE LA MUERTE NO
ESTÁ PRESENTE como debería.
44. Alguien debería escribir sobre lo arcano en Heidegger y
Schmitt. Recóndito, escondido y misterioso. Difícil de conocer.
45. Lo peor que le ha podido pasar a la filosofía es el rigor
y la elucidación anglosajones. Qué asco de paideia que mata el pensar mismo
para convertirlo en una producción cultural más. Convertir el pensar en una
técnica para ponerlo a disposición de la utilidad. Sí, muy anglosajón eso.
46. El monstruo funda el Estado.
47. Lo real no es
simbolizable dado su horror. El mito sólo indica aquello indisponible de lo que
no se puede dar concepto.
48. Eleuterio, se llamó a sí mismo Luder, pensándose elegido
por Dios. Lo peor que nos dejó es la interpretación bíblica personal, como si
los libros que componen esa obra literaria hubiesen hablado sobre la época y la
situación individual de Lutero. En la actualidad esa pretensión personalista de
la exégesis bíblica ha redundado en sectas de todo tipo, basadas en el carisma
de un pastor que se sirve del dinero y el cuerpo de sus feligreses. En América
Latina ha terminado deviniendo en el pentecostalismo, una suerte de amalgama
sincrética entre catolicismo, evangelismo y creencias indígenas. Perfecto para
la manipulación y el lavado de cerebro. No hay estulticia más grande que interpretar
una obra literaria con los ojos, las intenciones y los deseos del lector
contemporáneo. El mundo del Viejo y Nuevo Testamento fue; está cerrado y
clausurado al nuestro. Es imposible revivir qué mundo de sentido era el de
Pablo de Tarso, o dilucidar qué implicaciones tenían el término Lógos y
Génesis, más allá del cuidadoso estudio del filósofo, el historiador o el
filólogo. Todas esas lecturas interesadas del mensaje bíblico/talmúdico o
coránico, como si fueran textos perfectamente contemporáneos, no son más que
justificaciones para el fundamentalismo religioso en un mundo donde la noticia
de la muerte de Dios se expresa, precisamente, en la dispersión de credos y la
proliferación de sectas fundamentalistas.
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